Biografía.

17.05.2011 14:00

"I paint what I like and where I like". Una divisa de David Hockney que se suele citar a menudo y alude a su realismo de carácter biográfico. Para Hockney su biografía tiene una importancia especial en un sentido artístico: en el libro "David Hockney sobre David Hockney" explica detalladamente las fuentes esenciales de su universo visual. Junto al ámbito privado descubre también aquellas influencias que están ligadas a los aspectos de la historia del arte y los medios de masas.

Hockney se inspira en las cosas y las situaciones que reaviva en su pintura concediéndoles una vida propia. En su armonía serena se encuentran la ingenuidad, la alegría y la borma, pero también la melancolía, el aburrimiento y la añoranza.

Hockney habla de la "armonía de forma y color" en su pintura. Ni la ambición formal debería recubrir el contenido-lo que, según su opinión, ocurre en algunas pinturas del Expresionismo Abstracto-ni el contenido debe subordinar a la forma. Hockney articula un criterio que se encuentra siempre en el moviminento pop: la igualdad en el cuadro de todas las manifestaciones formales y objetivas, el diseño de una silla, el rostro de una persona, el color de una cortina, el ornamento de una alfombra y los elementos gráficos indefinibles.

Hockney decidó pronto su camino característico: "Con once años decidí que quería ser artista, pero el significado de la palabra "artista" era muy confuso para mí, el hombre que hacía las postales de Navidad era un artista, el hombre que pintaba los cartels era un artista.".

Sus necesidades y esperanzas subjetivas no le separan en sus obras de los modelos anónimos que encuentra en el mundo exterior, el mundo de los anuncios y los envoltorios, el arte popular y los cuadros de los niños. Un autorretrato de 1954 muestra el joven de diecisiete años como un escolar, torpe como si nada le hubiera afectado, pero que rastrea en una serena contemplación la abundancia, la riqueza de las formas y los colores en su entorno. Como bañándose en la riqueza de la atmósfera, Hockney percibe su entorno y lo traduce en un lenguaje claro y matizado que está marcado por su temperamento tranquilo.

Cuando en 1959 Hockney entró en el Royal College de Londres, se le presentó una situación interesante. Por un lado estaba confrontado con las exigencias académico-naturalistas y por otro con el Expresionismo Abstracto que entre tanto también se había convertido en rutina.

En el que más tarde sería su amigo, R.B. Kitaj, fue el primer artista con cierta experiencia que Hockney conoció. Hockney comenzo en 1960 a pintar cuadros partiendo de sus experiencias personales, cuadros que sólo tenían que ver con él, con el mundo exterior en el que él vivía, con lo que le parecía importante y le interesaba. Por esta época Hockney también llamó la atención de Richard Hamilton.

Estos cuadros encabezan la primera fase de su obra que hasta 1964 se volvería más excesiva y expresiva. Cuadros ricos en contrastes, pintados con colores apagados y luminosos tonos rojizos y montados con perspectivas disarmónicas y distorsiones compositivas, enfrentan el mundo interior a las agitadas influencias externas, como los graffitis y las imágenes publicitarias.

En 1961, David Hockney viajó a Nueva York, paero sólo llegó a conocer a Claes Oldenburg en la Green Gallery de Richard Bellamy. En una fotografía de 1963 aparece en Los Angeles con Andy Warhol, uno de los principales grande observador e intérprete del Pop Art. En cuadros y dibujos detallistas con líneas decididas y colores ricos en matices observó el "dolce far niente", desbribió los ritmos lentos de la indolencia, el goce sensual de una abundancia paradisíaca y exótica.

Las percepciones parecen encadenarse : le fascina el hecho de que " una cortina sea exactamente igual que un cuadro" y "que uno mismo sea un cuadro" y "que un cuadro se cuelge igual que una cortina".

Siempre le fascinaron los libros infantiles y los cuentos. Ya en 1961 comenzó a realizar hojas de dibujos para Espejito, espejito mágico y Rumpelstilzchen. Tomó conciencia de las viviendas infantiles como experiencias. La sensualidad y la sencillez marcan el estilo que descubre lo especial en lo insignificante. Hockney siempre fotografió paralelamente a la pintura, pero no sería hasta finales de los años ochenta cuando desarrollara un juego artístico y artificial con la fotografía. En formatos casi siempre de gran tamaño, combina las posibilidades de desnaturalización de la fotgrafía como la desfiguración, la sobreimpresión, el alargamiento, la superposición.

Del arte egipceo no le atrajo el simbolismo, sino el lenguaje impersonal, " que los cuadros están libres de todo individulismo". Le parecía importante "la cara anónima del artista y no el arte".